Las artes ornamentales portuguesas son inconfundibles.
Por un lado, porque las técnicas artesanales se han conservado a lo largo de los siglos; por otro, porque, incluso en las artes compartidas con otros países, Portugal ha sido capaz de desarrollar su propia imaginación para crear piezas únicas e identificables de la cultura nacional.
En general, las artes ornamentales portuguesas rinden homenaje a los temas más queridos por la población, como el mar, la saudade, la ruralidad y la naturaleza. Ya sea en los tejidos bordados o en las vajillas, estos temas están siempre presentes y a menudo sirven de fuente de inspiración para los diseñadores contemporáneos o incluso para la propia industria.
Además de esta singularidad, el saber hacer de los maestros artesanos es un sello de calidad para estas manifestaciones artísticas. Veamos los más emblemáticos.
La producción de cerámica en Portugal es anterior a la ocupación romana de la Península Ibérica (siglo XVII). II a.C.), aunque fue durante este periodo cuando experimentó un gran desarrollo. Con los romanos, los artesanos perfeccionaron las técnicas y las formas. Más tarde, con la ocupación árabe, empezaron a producir piezas de colores y a aplicar esmalte.
No olvidemos que el país también cuenta con condiciones naturales ideales para la producción de cerámica, en particular, una materia prima de gran calidad y variedad. ¿Sabía que la industria cerámica portuguesa fue pionera en la Unión Europea en la producción de gres y loza para uso doméstico?

La referencia a la industria es importante porque, además de las técnicas de fabricación especializadas y altamente cualificadas que la caracterizan, uno de los factores que diferencian a la industria nacional de otras es la autenticidad de su producción, ya que muchos de los motivos decorativos de las piezas producidas siguen siendo pintados a mano por maestros artesanos.
Por lo tanto, más allá del aspecto utilitario, las piezas de cerámica nacionales suponen un enorme trabajo técnico y una calidad artística y creativa, por lo que son una referencia mundial.
Además de la industria, en Portugal encontrará muchos artesanos con sus propios ateliers, estudios o incluso pequeñas empresas. Mantienen vivo este arte ornamental con propuestas contemporáneas, auténticas y genuinas. En Caldas da Rainha, ciudad de la cerámica por excelencia, encontrará muchas de ellas.
El bordado portugués es una de las artes ornamentales más antiguas del país y se remonta a la época de los Descubrimientos.
En aquella época, los bordados eran una réplica de las piezas que llegaban desde lejos en carabelas. Después, cada región portuguesa desarrolló un estilo único, hasta el punto de que, hoy en día, cada zona tiene una identidad de bordado distinta.
Tenemos, por ejemplo, los bordados de Arraiolos (caracterizados por cubrir todo el tejido), los bordados de Castelo Branco, de Guimarães (donde destacan los bordados de criba, de punto de Campilho y de punto entero), de la isla de S. Miguel, en las Azores, de Madeira, de Nisa, el tibaldinho de las afueras de Viseu. Tienen en común los temas del amor y la vida en el campo (flores, árboles, formas de la naturaleza).
Sin embargo, los estilos de bordado portugueses más famosos son actualmente los de Viana do Castelo y Madeira. También son muy famosos los pañuelos de los enamorados, confeccionados por las mujeres del Miño, caracterizados por sus fuertes colores (rojo, amarillo, azul y verde) y por los poemas de amor que las chicas dedicaban a los chicos de los que se enamoraban.
Los azulejos: pintar el paisaje urbano
La producción de azulejos entró en Portugal por influencia árabe. Pero la naturaleza global de la nación portuguesa fue en busca de la innovación: a través de las rutas comerciales hacia Oriente, los navegantes portugueses se llevaron azulejos y trajeron la influencia del tono azul de la porcelana china.
El arte de la azulejería portuguesa adquiriría así un tono más monocromo y adoptaría motivos no repetitivos. Los pequeños azulejos de colores, todos ellos combinados para crear un patrón, han dado paso a grandes paneles en los que cada elemento es único y forma parte de un motivo mayor, todo en tono azul. Así que no se sorprenda si encuentra azulejos cubriendo iglesias, palacios o fachadas de casas.
Aunque otras culturas han influido a lo largo de los siglos en el arte de la azulejería portuguesa, lo esencial permanece intacto hasta hoy y es una de las artes más apreciadas de la cultura portuguesa.

Filigrana: el leitmotiv de la joyería portuguesa
El arte de trabajar el oro en el hilo de bordar llegó a Portugal de la mano de los romanos, pero, como ocurre con otras artes, los artesanos lo adaptaron rápidamente a los temas que les eran más queridos.
Con el paso del tiempo, la producción de filigrana se concentró, sobre todo, en el norte del país, donde sigue siendo apreciada y considerada como un elemento de identificación local.
La filigrana portuguesa es mundialmente conocida por su inspiración en las formas de la naturaleza y otros temas representativos de la cultura popular del país. Entre las piezas más famosas están la Coração de Viana (representante del Sagrado Corazón de Jesús), los Pendientes Rainha (diseñados originalmente para la reina D. María I en el siglo XVIII), las Arrecadas (inspiradas en la luna creciente) y las Contas de Viana (inspiradas en las cuentas griegas).

Muebles portugueses: de la mano del diseño
Los muebles portugueses reflejan la historia expansionista del país y han recibido la influencia de otras culturas (principalmente europeas) a lo largo de los siglos.
La historia de los muebles portugueses está poco documentada y es bastante compleja, pero no se compone sólo de piezas antiguas talladas a mano. De hecho, hay una referencia ineludible que no podemos dejar de destacar, entre otras cosas porque es un icono del diseño de muebles portugués: la famosa silla ADICO.
Creada por un empresario nacional a finales del siglo XIX, la silla ADICO fue diseñada para las típicas explanadas portuguesas y pensó en todo: comodidad, practicidad y facilidad de fabricación. El resultado es una silla hecha con sólo dos piezas (un tubo torneado y una placa doblada), fácil de apilar y muy cómoda. La calidad queda demostrada por su popularidad: casi todas las terrazas portuguesas tienen sillas ADICO.
El tapiz: tejiendo como Penélope
La tapicería portuguesa es el resultado de un amplio abanico de influencias internacionales que, a lo largo de varios siglos, han ido ganando terreno al anudado tradicional de la región del Alentejo.
Producido inicialmente en pequeñas puntadas, evolucionando después hacia el estilo mural, el tapiz es otra de las artes ornamentales portuguesas que se mantiene fiel al tema de la naturaleza y la ruralidad. Flores, árboles, vides, escenas campestres y animales son elementos siempre presentes en la artesanía nacional.
Hoy en día es imposible hablar de la tapicería portuguesa sin mencionar las famosas alfombras de Arraiolos, que siguen siendo elaboradas a mano por decenas de artesanos en el centro y el sur del país.
